Pero hay que triste
Pero hay qué triste
y es amar sin esperanza.
De mi pecho - mi corazón latiendo,
de mis ojos - una lágrima vertiendo,
y desde entonces, no hay
consuelo ni esperanza para mí.
Pero hay qué triste
y es amar sin esperanza.
De mi pecho - mi corazón latiendo,
de mis ojos - una lágrima vertiendo,
y desde entonces, no hay
consuelo ni esperanza para mí.
¿Pues si no me quieres,
pues para qué me miras?
¡O, qué misterio encierra tu mirada!
De mis ojos - una lágrima vertiendo,
y desde entonces, no hay
consuelo ni esperanza para mí.
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