Mi boca tiene más que sed, tiene la llave de tanto silencio. Y se la va a tragar, yo nada puedo hacer, más que pisarla cuando caiga como un tiro entre mis pies.
Después quién bailará, no se. Cuando la lengua pese como un muerto, igual que el corazón cuando quiere morder y va pidiendo pan que no se va a comer, dejando las puertas abiertas sabiendo que va a llover.
Callará y entrará en tu casa, agachándose. Te querrá, y cuanto más lo abrazas gritará: ¡Suéltame, suéltame!
No habrá forma de consolarlo, dale de comer. La caricia de un Sol bastardo, llanto de bebé.
Y no quiere saber porque ha salido el Sol, y yo tampoco. Está tan loco que se llama como yo.
Y en mi cuna de sangre y plata dormirán los tres. Gloria, ruina y lo que haga falta, para anochecer.
Con la nana que espanta ratas los despertaré. Si no corren por mi garganta moriré otra vez, moriré otra vez.