Por aquella memoria que te tengo yo sigo aquí pensando cosas malas y me lleno de voces y recuerdos que me traen tus ojos de gitana.
Bebo un trago en el bar de los malditos y me pierdo en la noche que te llama y entre la oscuridad y los delirios vuelvo a amarte, muchacha, en marea baja.
Y en las malas palabras de tu cuerpo, en pecado mortal entrego el alma. Tal vez fue solo un juego del deseo pero quien mal comienza mal acaba.
En este Malpaís, que es paraíso, donde se enciende el mar como una hoguera, a donde van los gatos del olvido cuando el viento es tu calma y es mi espera.
Donde el camino es corto y es eterno entre nubes de sal y cordillera atrás quedó tu historia, en las verdades y mentiras que arrastra la marea.
Allá en tu Malpaís donde no existo, en donde sigo esperandote en la puerta, será mi culpa o sera el destino que ya no sé si voy o estoy de vuelta.
O si el amor que amé y perdí en el viento fue solo el canto de tu risa marinera. Me quedó el rojo de aquél sol muriendo allá en tu Malpaís, quemando el cielo.