Empezaron los problemas, se enganchó a la pena, se aferró a la soledad. Ya no mira las estrellas, mira sus ojeras, cansadas de pelear.
Olvidándose de todo, busca de algún modo encontrar su libertad. El cerrojo que le aprieta, le pone cadenas y nunca descansa en paz.
Y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelvas.
Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón. Que nadie te haga más llorar, hundiéndote en silencio. Que nadie te obligue a morir cortando tu alas al volar, que vuelvan tus ganas de vivir.
En el túnel del espanto todo se hace largo, ¿cuándo se iluminará? Amarrado su destino, va sin ser testigo de su lento caminar.
Tienen hambre sus latidos, pero son sumisos y suenan a su compás. La alegría traicionera le cierra la puerta, no se sienta en su sofá.
Y tu dignidad se ha quedado esperando a que vuelvas.
Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón. Que nadie te haga más llorar, hundiéndote en silencio. Que nadie te obligue a morir cortando tu alas al volar, que vuelvan tus ganas de vivir.
Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón. Que nadie te haga más llorar, hundiéndote en silencio. Que nadie te obligue a morir cortando tu alas al volar, que vuelvan tus ganas de vivir.