Enterrador, te suplico
que por mi bien cantes mucho
al recibir los despojos
de la que fue mis amores,
y en el lugar que reposa
en vez de lucidas flores
siembra una mata de abrojos
para no olvidar quién era.
Luego, en lugar de rezar,
por su descanso un requiem,
ruega que vaya al infierno
y que el diablo le haga bien,
y en el mármol de su tumba
de eterna recordación
pondremos esta inscripción
que es la copia de una rumba:
No la llores, no la llores
que fue la gran bandolera
enterrador no la llores
No la llores más
ni la sientas más,
que fue la gran bandolera
enterrador, no la llores
No la llores más
su lengua la mató
a esa conversadora,
enterrador no la llores
No la llores más
que en el infierno está
que fue la gran bandolera
enterrador no la llores
No la llores más
que ya me la pagó
a esa bandolera
enterrador no la llores
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