No me conoces y hace tres noches que dormiste entre mis brazos. Ya no recuerdas las tantas cosas que conmigo hiciste tú. Cómo creerte, si te morías cada vez que me besaba, y hasta decías haber anhelado siempre un hombre como yo. En ocasiones tapé tu boca para que no se escucharan los fuertes gritos, enloquecidos que brotaban de tu ser.
Ahora te empeñas en ignorarme cuando te miro a los ojos, pones la cara como sintiendo enojos como si yo fuera un extraño en tu vida.
Si ésta es tu forma lamento mucho haber estado contigo, aunque confieso y pongo a Dios como testigo que estoy muriendo, por tenerte una vez más.
No me conoces y hasta una foto me pediste aquella noche para guardarla y acariciarla cuando te acuerdes de mí.
Ahora te empeñas en ignorarme cuando te miro a los ojos, pones la cara como sintiendo enojos como si yo fuera un extraño en tu vida.
Si ésta es tu forma lamento mucho haber estado contigo, aunque confieso y pongo a Dios como testigo que estoy muriendo, por tenerte una vez más.
No me conoces, mi amor. Nadie sabrá de lo nuestro de aquella noche sin freno del temblor de tu cuerpo y del calor de tus besos.
No, no me conoces. Pero tú y yo lo sabemos, pero tú y yo lo sabemos que fuiste leña, yo fuego. Y ahora resulta que no soy suficiente para ti.
Pero tú y yo lo sabemos, pero tú y yo lo sabemos que fuiste leña, yo fuego.
Pero tú y yo lo sabemos, pero tú y yo lo sabemos que fuiste leña, yo fuego.