Soy esa veleta que ahora decide como sopla el viento y trae mi sueño roto que hoy se escurre entre tu venganza y cae. Que ya no hay miedo, yo no soy culpable esta vez, esta vez.
Ahora nuestra casa parece más grande, hay un desierto en el salón. Y salto las olas que inundan la cama, sé que ya no volverás. Hay duras penas, me alejo de este mal que me inundó por ir buscándote, ya no me detendré.
Gracias por haberme roto el alma, ya sé hacerme libre. Gracias por dejar intacto un trozo de mis alas grises.
Y vivo el momento, la vida es inmensa, sé que ya no hay límites. Y aunque mueran las flores, también las canciones, jamás nunca me rendiré. Contigo era una estatua de sal, y ahora tu adiós va recordándome que sobreviviré.
Gracias por haberme roto el alma, ya sé hacerme libre. Gracias por dejar intacto un trozo de mis alas grises.
Y veloz, no me detendré, lo sé. Ya no, (ya no) no me detendré.
Gracias por haberme roto el alma, ya sé hacerme libre. Siento en mis venas vida que se mueve, no me detendré.