Con la mueca del pesar, viejo, triste y sin valor, lento el paso al caminar voy cargando mi dolor. Lejos de la gran ciudad que me ha visto florecer, en las calles más extrañas siento el alma oscurecer. Nadie observa mi final, ni le importa mi dolor, nadie quiere mi amistad, sólo estoy con mi amargor. Y así vago sin cesar desde el día que llegué cuando en pos de un sueño loco todo, todo abandoné.
Y andando sin destino de pronto reaccioné al escuchar de un disco el tango aquel: “Mozo traiga otra copa,” que lo cantaba Carlos Gardel. Y al escucharlo recordé todo el pasado,
los años mozos tan felices que pasé: mi viejecita, la barra amiga, la noviecita que abandoné. Tango, ¡que trae recuerdos! Mi Buenos Aires, ¡quiero llorar!