LA TENEBROSA NOCHE CUBRIÓ CON SU VELO MIS OJOS, ARREBATÁNDOME EL VITAL HÁLITO QUE ME UNÍA A LA EXISTENCIA.
VALEROSO EN EL GRITO DE GUERRA, A MUCHOS HOMBRES OBSEQUIÉ CON LA MUERTE. FUI CORONADO POR LA ALADA VICTORIA, PUES LA OJIZARCA ESCUDERA ME OTORGÓ SU GLORIA.
PERMÍTEME AHORA, CRÓNIDA, UNIRME A LA ESTIRPE DE LOS SEMPITERNOS INMORTALES, DUEÑOS DE OLÍMPICAS MORADAS.