Hoy me llevó de la mano, como a un ciego, tu recuerdo, como al viajero perdido que no sabe regresar. Y allá en la última esquina del barrio lejano de nuestros amores, sólo encontró mi desolación tu nombre en el paredón.
Yo no se por qué he vuelto, muchacha, al lugar del amor quinceañero, cuando era un gorrión esquinero sin miedo al hondazo brutal de la vida. Nuestro amor fue ese juego de ausencia, de esperar y volver a destiempo y al llegar ya no hallé tu presencia, tan sólo tu nombre gritando sin voz.
La calle se hace camino que se pierde en la distancia, mi corazón andariego al camino volverá. Y allá, en la última esquina del barrio lejano de nuestros amores, grabé con llanto en el paredón que estás en mi corazón.