Vieja milonga, que en mis horas de tristeza Traes a mi mente tu recuerdo cariñoso, Y encadenándome a tus notas dulcemente Siento que el alma se me encoge poco a poco.
Recuerdo triste de un pasado que en mi vida Dejó una página de sangre escrita a mano, Y que he llevado como cruz de mi martirio Aunque mi carga infame me llene de dolor.
Fue aquella noche Que todavía me aterra, Cuando ella era mía, Jugó con mi pasión, Y en duelo a muerte Con quien robó mi vida Mi daga gaucha Partió su corazón. Y me llamaban El Choclo, compañeros, Tallé en los entreveros, Seguro y fajador, Pero una china Envenenó mi vida, Y hoy lloro a solas Con mi trágico dolor.
Si alguna vuelta le toca, por la vida En una mina poner su corazón, Recuerde siempre que una ilusión perdida No vuelve nunca a dar una flor. Besos mentidos, engaños y amarguras, Rondando siempre la pena y el dolor, Y cuando un hombre entrega su ternura Cerca del lecho le acecha la traición.
Hoy que los años han blanqueado ya mis sienes Y que en mi pecho sólo anida la tristeza, Como una luz que me ilumina en el sendero Llegan tus notas de melódica belleza. Tango querido, viejo Choclo que me embargas Con la caricia de tus notas tan sentidas, Quiero morir bajo el arrullo de tus quejas Cantando mis querellas, llorando mi dolor.
Letra : Juan Carlos Marambio Catán Música : Ángel Gregorio Villoldo
Grabó de esta letra, un estribillo modificado, Ángel Vargas con la orquesta de Ángel D´Agostino. (sello RCA 13–11–1941)