Paraguayos, ¡República o Muerte! nuestro brío nos dio libertad; ni opresores, ni siervos alientan donde reina unión e igualdad. A los pueblos de América, infausto tres centurias un cetro oprimió, mas un día soberbia surgiendo, «¡Basta!» —dijo, y el cetro rompió. Nuestros padres, lidiando grandiosos, ilustraron su gloria marcial; y trozada la augusta diadema, enalzaron el gorro triunfal. Nueva Roma, la Patria ostentará dos caudillos de nombre y valer, que rivales —cual Rómulo y Remo— dividieron gobierno y poder. Largos años —cual Febo entre nubes— viose oculta la perla del Sud. Hoy un héroe grandioso aparece realzando su gloria y virtud… Con aplauso la Europa y el Mundo la saludan, y aclaman también; de heroísmo: baluarte invencible, de riquezas: magnífico Edén. Cuando entorno rugió la Discordia que otros Pueblos fatal devoró, paraguayos, el suelo sagrado con sus alas un ángel cubrió. ¡Oh! cuán pura, de lauro ceñida, dulce Patria te ostentas así En tu enseña se ven los colores del zafiro, diamante y rubí. En tu escudo que el sol ilumina, bajo el gorro se mira el león. Doble imagen de fuertes y libres, y de glorias, recuerdo y blasón. De la tumba del vil feudalismo se alza libre la Patria deidad; opresores, ¡doblad rodilla!, compatriotas, ¡el Himno entonad! Suene el grito: «¡República o muerte!», nuestros pechos lo exhalen con fe, y sus ecos repitan los montes cual gigantes poniéndose en pie. Libertad y justicia defiende nuestra Patria; tiranos, ¡oíd! de sus fueros la carta sagrada su heroísmo sustenta en la lid. Contra el mundo, si el mundo se opone, Si intentare su prenda insultar, batallando vengar la sabremos o abrazo con ella expirar. Alza, oh Pueblo, tu espada esplendente que fulmina destellos de Dios, no hay más medio que libre o esclavo y un abismo divide a los dos. En las auras el Himno resuene, repitiendo con eco triunfal: ¡a los libres perínclita gloria!, ¡a la Patria laurel inmortal!