Esta noche tengo ganas de olvidarla, y sin embargo, ¡qué ansias locas de buscarla! Ya no me importa el qué dirán ni de las cosas que hablarán— ¡total la gente siempre habla! Yo no pienso más que en ella a toda hora— ¡es terrible esta pasión devoradora! Y ella siempre sin saber, sin siquiera sospechar mis deseos de volver…
¿Qué me has dado, vida mía, que ando triste noche y día? Rondando siempre tu esquina, mirando siempre tu casa, y esta pasión que lastima, y este dolor que no pasa. ¿Hasta cuando iré sufriendo el tormento de tu amor?