Estoy cansado de seguirte a cada paso, perseguir cada guiño, cada coqueteo, cada una de tus lindas faldas.
Estoy bastante harto: ya no tengo razones para seguirte penando, que sentido tiene continuarte buscando, si nunca te has encontrado.
Ya no pienso soportar ese maldito nocturno sufrir y penar ocasionado por todas las veces que tú, sin pena alguna, me mandaste a la chingada.
Y ahora entiendo por qué: no tengo el apellido, no tengo la cartera, no tengo la chequera, tampoco la tarjeta ni el anillo que querías que te diera.
Bendito sea el momento en el que me dí cuenta de que eras un tormento y que entendí que tu vida y tu ideología, no coincidían con la mía.
Hoy me dedico a mis cosas: disfruto de un buen sol, de una buena comida, de toda mi riquísima compañía y escribo esta canción para que te la comas enterita.