Te compré una tarde paisaje lejano, el marco dorado y el tema otoñal. Te colgué en el muro frente a su retrato, frente a su retrato que ya no está más.
Es tal vez por eso que recién me angustian tu tono velado, tu sombra, tu gris, tu cielo techado de nubes y bruma, tu parque llorando con lluvia de abril.
¿Quién será, quien será que en tu tela pintó la quietud otoñal del pinar? ¿Y esa luz de olvido, y el confín perdido, y el camino herido de azul y la soledad?
¿Quién será que una vez te encontró como sos y logró comprender tu color? ¿Qué alma, qué alma buena vio la pena, pena de la nube gris, del camino azul, del dolor de abril?
Soledad de nadie colgada del muro. Hoy sé que mi vida lo mismo que vos sólo es un paisaje lejano y oscuro sin plata de ensueño, sin oro de amor.
Somos... sí, lo mismo, con igual destino. Garúa borrosa de un día de abril. Un nido vacío y un viejo camino y un aire de ausencia muy triste y muy gris.