Allá en el monte llorando está las amarguras de su dolor una pastora graciosa y linda abandonada de su pastor.
Las mil promesas que su doncel fingiendo amores le dijo allí recuerda triste la pobre niña cuando amoroso le dijo así.
Margaritina mía no digas nada a nadie que nuestro amor secreto que saber debe tan solo el aire. Si el eco de tus besos viene el aire y los lleva siempre queda en mis labios el fuego ardiente que tu amor deja.
Ya la pastora desde el redil sin el rebaño vuelve a su hogar por el camino que tantas veces feliz de amores creyó soñar.
Y al verse sola la niña allí donde feliz fuera con su amor aún le parece que a sus oídos suenan las frases de su pastor.
Margaritina mía no digas nada a nadie que nuestro amor secreto que saber debe tan solo el aire. Si el eco de tus besos viene el aire y los lleva siempre queda en mis labios el fuego ardiente que tu amor deja.