si pudiera acabar destruyéndome, tragándome mis propias balas o tan sólo quedarme quieto y esperando el efecto, los narcóticos y mi cuerpo, los calmantes, hoy me he muerto o al menos hasta el momento no creo que esto me ayude, y ¿que importa? Ya no siento, no estoy a favor ni me opongo, lo hago por gusto, como todos ustedes, hallándose, acomodándose. Cometidos eternos son nuestras maldiciones. Todo tiene un precio y sus cuerpos lo sostienen. Cómo compro placer y molicie, ya me siento bien. Dependo en la comodidad, como quién a su droga.