Rafael Hernández Marín
Lo mucho que yo sufrí
por esa ingrata mujer.
Ella no lo ha de saber,
mejor prefiero morir.
Bien sé que se ha de burlar,
de mi cariño profundo.
Porque sabe que en el mundo,
a nadie podré yo amar.
Ah, yo no sé por qué la quiero.
Ah, yo no sé por qué será,
tanto sufrir, tanto llorar.
Me fui a la orilla del mar
y las olas me decían:
que tú ya no me querías,
que dejara de llorar.
Que de todo mi querer,
tú ya te habías olvidado,
que ya tú te habías marchado
para nunca más volver.
Ah, yo no sé por qué la quiero.
Ah, yo no sé por qué será,
tanto sufrir, tanto llorar.
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