Sellaron tu destino Tu sino entre los hombres, Poniéndote por nombre Un nombre para el mal; Y cuando se agotaron Tus vetas de alegría, Nació tu risa fría Tan sombría, Tamar.
¿Por qué no comprendías? Bebías y reías, Y tan sólo sentías Deseos de llorar; Hermana de una pena Que el bien no conociste, Y que sólo tuviste La noche por hogar.
¡Tamar!, Tu risa, sin sonrisa y tu mirar, Tal vez, Hablaban de tu hastío de esperar. Un tiempo de creer De amar sin prisa, Por eso, te aferrabas, Al retoño de otro beso. Tras eso, Que besabas sin besar. ¡Tamar!, Qué infierno de dolor y desengaño Era tu daño, de ser Tamar.
Apenas si una cifra Recuerda que exististe, Pobre paloma triste Quemada por el mal; Pero yo sé que al irte Entre tus manos juntas, Un ramo de preguntas Quedó sin contestar.