La soledad que me envuelve el corazón, va encendiendo en mi alma el fuego de tu amor lejano. En las brumas de tu olvido viaja mi ilusión, gritando tu nombre en vano.
Pero no estás y en mi cruel desolación es un fantasma el recuerdo de lo que se fue. Percibo tu sombra y mi amor te nombra pidiéndote aquellas caricias de ayer.
No vendrás y sin embargo te espera mi amor. Quiero olvidarte y no puedo olvidar porque sos toda mi ilusión. No vendrás y yo esperándote estoy, mi bien, con la fe del que ama como yo. Y añora de ti, caricias de ayer anhelante mi buen corazón.
En la ansiedad de tenerte junto a mí mis manos en el vacío te andan buscando, y en medio de este silencio atroz mi alma febril, para sí, te está llamando.