Más fuerte que mi orgullo son tus ojos. Más fuerte que tu engaño es mi pasión. Prendida en mi existencia como abrojo te burlas de mis sueños y mi amor... Clavada como un garfio entre mi carne palpitas, noche y día, siempre estás, en vano es que pretenda rebelarme la seda de tu carne puede más...
Inútil, cada vez te quiero más... Te llamo, y jamás te he de olvidar... Como sangre de mi sangre yo te siento que aquí estás y tu ausencia me lastima como hoja de un puñal... Tus ojos, en mis ojos siempre están. Yo siento, que te quiero... ¡y nada más!
Me aprietan las cadenas de tu hastío. Quisiera darte el cielo ¿y para qué? El fuego de tus labios ya no es mío todo eso lo he llegado a comprender... En esa cerrazón de mi locura me aferro a un imposible, sin razón. Tú eres esa estrella inalcanzable que ríe allá en el cielo de mi amor...