Soy el fuego que arde tu piel, soy el agua que mata tu sed. El castillo, la torre, yo soy la espada que guarda el caudal. Tú el aire que respiro yo y la luz de la luna en el mar, la garganta que ansío mojar, que temo ahogar de amor. ¿Y cuáles deseos me vas a dar? dices tú, mi tesoro. Basta con mirarlo y tuyo será.