Fidel, fidelísimo retoño martiano, asombro de América, titán de la hazaña, que desde las cumbres quemó espinas del llano y ahora riega orquídeas, flores de montaña.
Y esto que las hieles se volvieran miel, ¡se llama Fidel! ¡se llama Fidel! Y esto que la ortiga se hiciera clavel, ¡se llama Fidel! ¡se llama Fidel! Y esto que la patria no sea un cuartel, ¡se llama Fidel! ¡se llama Fidel!
Y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre, esto que la sombra se volviera luz, esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre: