El hombre se hizo siempre de todo material: de villas señoriales o barrio marginal. Toda época fue pieza de un rompecabezas para subir la cuesta del gran reino animal, con una mano negra y otra blanca mortal.
Mortales ingredientes armaron al Mayor: luz de terratenientes y de revolución, destreza de la esgrima, sucesos como un preso, Amalia abandonada por la bala, la vergüenza, el amor; o un fusilamiento, un viejo cuento modelaron su adiós.
Va cabalgando el Mayor con su herida, y mientras más mortal el tajo, es más de vida. Va cabalgando sobre una palma escrita, y a la distancia de cien años resucita.
Trota sobre la espuma, seguido por un mar de negros en machete y sin encadenar. Ordena a su corneta el toque de a degüello, y a un siglo de distancia entona nuestra canción y con recia garganta canta, espanta lejos la maldición.