Con una mano larga para tocar las estrellas y una presión de dios en la huella, pasó por tu cintura, por tu revés y derecho el curador de hombres estrechos.
Preparando el milagro de caminar sobre el agua y el resto de los sueños de las dolencias del alma, vino a rajar la noche un emisario del alba.
Y con voz tan perfecta que no necesita oído hizo un cantar que suena a estampido. En todos los idiomas el emisario va a verte: en todos los idiomas hay muerte. Aunque lo entierren hondo, aunque le cambien la cara, aunque hablen de esperanza y brille la mascarada, llegará su fantasma bien retratado en las balas.