Contramilonga a la funerala por la primera muerte de María
EL DUENDE (Recitado)
María de Buenos Aires murió por primera vez; se lo dijeron -fue tarde... con sus muecas funerales, un puñal y un cascabel.
Y el alba se atoró con sensación de embolia rea, de cuando la Niña, arriando el gesto, rumbo a una calle con velones y magnolias ya con las cosas de morir y el frío puestos.
Y en la esquina donde aún tejen las Mamitas con esplín, dos Malenas de relente -que habían muerto muchas veces- le enseñaron a morir.
Misterio allá, misereteando en la maroma de un jingle obsceno en soledad de sacramento, fueron cinchando la cureña de palomas los doce judas de un cristito temulento.
Por las fábricas, las pibas que hacen la noche a telar, le pusieron, a María, un malvón de poliamida y una orquídea de percal
Por el escote, le salía una neblina negra y atada con la cinta sucia y triste que un raro beatle destrenzaba, a la sordina, del luto misterioso de sus twistes.
Se murió tanto la Niña cuando se puso a morir, que era una trágica encinta que, llena de muertecitas, no cesaba de parir!
Que cosa! nuestra María murió por primera vez... La enterraron dos mendigas al doblar de las propinas en la borra de un express.
Pero en su sola catamufa, zurdo antojo de un loco mimo sobrehumano, a contrayumba de dos pequeñas explosiones de los ojos, echó dos lágrimas de rimmel por la tumba...