El Duende: Aquí, en este mágico bar talismanero se sabe casi todo!... lo cuentan, de escolaso las sotas y los reyes, ventrílocuos cabreros de cosas que el Destino fermenta entre los mazos. Aquí, pegado al ñato revés de cada vaso nos mira el ojo quieto y abierto de locura, que algún Discepolín que quiso verle los pasos al diablo, cosió con un hilito de amargura. Voces de tres marionetas borrachas de cosas: Desde que esta copa que el Duende, por triste, se está fajando, tres Marionetas Borrachas de Cosas, lo campaneamos.
El Duende: Aquí, donde mañana sabe a antaño, buscando a Dios yo ví, de escalofrío, que estaba en lo que quiero y en lo que extraño, cortado a esa sazón, como el tamaño del grano da el tamaño del estío. Aquí, en cada botella, cabe un río; y al fondo de ese río hay otro estaño; y, en curda, en ese estaño, un verso mío, y, en el, la plata triste de otro río que me hizo Duende, me hizo... hace mil años! Voces de tres marionetas borrachas de cosas: Al Duende -que en la operita venía el cuento contandose le ha perdido una sombra y, en curda, la va llamando.
El Duende: De mí, jugado a vos, te mando este retazo de tango con ojeras, que allá en tu pena entero, removerá en la amarga ceniza de tus pasos la bronca enamorada de un canto compañero. De mí, y a donde me oigas, irán hasta tu cero, dos lucas de rubionas, yironas y Melatos, a echar sobre tu sombra un fato de luceros. (Los huesos de Olivari conocen de este fato!). Voces de tres marionetas borrachas de cosas: Pobre Duende! Anda por esa sombrita, desesperado: y nos pide a los compinches que a ella llevemos su llanto.
El Duende: De mí, y en donde estés, con una fuerza de locos, como un himno estrafalario, tan hondo sonará el concierto mersa que un viejo ciego, a vos, te hará en la terza morena de su reo estradivario. De mí, y en donde estés, pondré un plenario de dulces duendecitos que retuerza la niebla de tu piel; y un tabernario rumor de nazarenos carcelarios dirá tu Anunciación en parla inversa. Voces de tres marionetas borrachas de cosas: Iremos todos, Don Duende, los puntos de este curdato a llevarle a la Pequeña de parte suya, un milagro.
El Duende: Y así que vos renazcas, sabras qué trampa tienen la yerba en su barrica, y el cielo del agujero que mira del zapato; la lluvia que no viene y un sorbo de esa lluvia, y el tiempo en su tiempero... ¡Y así María! ¡Así, María! ¡Asi! por cada quiero Y nueve lunas locas y en celo de tu infarto de luz, te harán -en torno- los guiños sensibleros de un baile amanecido de risas y de partos... Voces de tres marionetas borrachas de cosas: Ya vamos, Sombra María, con el Diciembre y los cantos que está amasándote El DUENDE con el polen de este estaño.
El Duende: Y así, por un silencio de corchea, vendrá -por fin- tu día: un alazano Domingo, que te hará con las más feas hojitas de un laurel de olor, la rea y angélica belleza de sus ramos. Tu día, nacerá del meridiano cachuzo del umbral endonde hornea su misa, algún poeta a contramano. Así sea, querida, de cristiano. Así, de tuyo y nuestro... Que sea así!