Huele a restos de tormenta y un calor insoportable entra por la ventanilla de este coche que me alejará de todas las tonterías que cometí en estos meses y de todos los peligros que puede encerrar esta ciudad. Estaré en la casa que está junto al mar, donde no haré daño a nadie y nadie me lo hará. Pongo tanto como puedo en dos bolsas de viaje mientras un grupo de amigos suenan en la radio nacional. Me vienen a la cabeza cada uno de los gritos que te pegué la otra tarde y que nadie debería aceptar . Tengo alejarme mucho antes de que sea ya muy tarde y te pueda perder. Llevo todas las pastillas para cambiar los dolores y los discos necesarios para combatir la soledad. Estaré en la casa que está junto al mar. Llámame aunque no te pueda contestar.