Si yo, tú. Si caes, yo contigo, y nos levantaremos juntos en esto unidos.
Si me pierdo, encuéntrame. Si te pierdes, yo contigo, y juntos leeremos en las estrellas cuál es nuestro camino. Y no existe, lo inventaremos.
Si la distancia es el olvido, haré puentes con tus abrazos, pues lo que tú y yo hemos vivido no son cadenas… ni siquiera lazos: es el sueño de cualquier amigo, es pintar un ‘te quiero’ a trazos, y secarlo en nuestro regazo.
Si yo, tú. Si dudo, me empujas. Si dudas, te entiendo. Si callo, escucha mi mirada. Si callas, leeré tus gestos.
Si me necesitas, silba y construiré una escalera hecha de tus últimos besos, para robar a la luna una estrella y ponerla en tu mesilla para que te dé luz.
Si yo, tú. Si tú, yo también. Si lloro, ríeme. Si ríes, lloraré, pues somos el equilibrio, dos mitades que forman un sueño.
Si yo, tú. Si tú, conmigo. Y si te arrodillas haré que el mundo sea más bajo, a tu medida, pues a veces para seguir creciendo hay que agacharse.
Si me dejas, mantendré viva la llama hasta que regreses, y sin preguntas, seguiremos caminando. Y sin condiciones te seguiré perdonano. Si te duermes, seguiremos soñando, que el tiempo no ha pasado, que el reloj se ha parado.
Y si alguna vez la risa se te vuelve dura, se te secan las lágrimas y la ternura, estaré a tu lado, pues siempre te he querido, pues siempre te he cuidado.
Pero jamás te cures de quererme, pues el amor es como Don Quijote: sólo recobra la cordura para morir. Quiéreme en mi locura, pues mi camisa de fuerza eres tú, y eso me calma, y eso me cura…
Si yo, tú. Si tú, yo. Sin ti, nada. Sin mí, si quieres, prueba.