A los chilenos, como buenos latinos, les gusta la fiesta y la celebración. Por eso, cuando aparece una pareja de chinchineros y organilleros, con mayor frecuencia en verano y fiestas patrias, la gente se entusiasma de inmediato. Al ritmo del vals o el fox-trot, el hombre de la batería en la espalda, el “chinchinero”, realiza un baile especial. Es un espectáculo artístico diferente, muy colorido y mágico. Manuel Lizana nació en una familia dedicada a este oficio y durante casi 50 años se ha dedicado a esta actividad folclórica. Manuel es, además, el único fabricante de organillos que queda en Sudamérica. Los invitamos a conocer su historia…
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