En la sala de espera de estos ojos cerrados hay atada una flor a un cordel muy, muy largo.
En la sala de espera de este otoño sin respiración, cada rostro es la cruz de un pastor sin rebaño.
Pasan por aquí, quieren olvidar su condición de marionetas; un artista más en el Festival de la Paciencia.
En las salas de espera de entrevistas e infartos, de estaciones ausentes, nadie es de ningún lado.
Pasan por aquí, quieren olvidar su condición de marionetas: un artista más en el Festival de la Paciencia. Pasan por aquí, van a subastar calma, control y noches en vela. No pueden salir, nadie quiere entrar; no hay ida y vuelta.
En la sala de espera ya no hay sillas ni bancos. Sólo hay voces urgentes, nadie aguarda sentado.
Pasan por aquí, van a subastar calma, control y noches en vela; otro artista más en el Festival de la Paciencia. Pasan por aquí, quieren recordar cómo y por qué se vieron en ésta. No pueden salir, nadie quiere entrar; no hay ida y vuelta.