Dan las seis, marcos, tazas, café, niebla en el televisor, frío en los pies.
Diez, dos, cien briznas de polvo lunar cruzan la persiana sin parar su ballet.
No volverá. No se fue jamás. Cada recuerdo será un desertor,
quizás un error. Cada pared, un vals, una sonata fantasma cada espiral, en cada reloj duerme un temblor, duerme un temblor.
Ya dan las seis, el café se enfrió. El polvo lunar nos trae la última transmisión:
Por un segundo fue reina del recital, vistió la plata otra vez que el tiempo le tejió. Y se abrió un telón desafiando el final y en esa brecha de luz vuelve a bailar vuelve a bailar vuelve a bailar vuelve a reinar.