Cuando sale del trabajo, Homero viene pensando que al bajar del colectivo, esquivará algunos autos, cruzará la avenida, se meterá en el barrio, pasará dando saludos y monedas a unos vagos.
Dobla en el primer pasillo y ve que va llegando, y un ascensor angosto lo lleva a la puerta del rancho. Dice que está muy cansado y encima hoy no pagaron imposible bajarse de esta rutina y se pregunta¨¿hasta cuando?¨
Se hace dificil siendo obrero hacerse cargo del pan de tu esposa, tus hijos, del alquiler y algo más. Poco disfruta sus días pensando en cómo hará, si en ese empleo no pagan y cada vez le piden más.
Qué injusticia que no se valore eficiencia y responsabilidad, porque él hoy se mató pensando y es lo mismo que uno más, Homero está cansado, come y se quiere acostar, vuelve a amanecer y entre diario y mates se pregunta ¨¿cuánto más?¨.
Y es así, la vida de un obrero es así, la vida en el barrio es así y pocos son los que van a zafar. Y es así, aprendemos a ser felices así, la vida del obrero es así y pocos son los que van a zafar.