Flor de carne que naces en mí Nutre mis mares, anega mis puertos “Yo no elegí vestir la herida” En el pálpito de mis sentidos Puedo sentir tu dulce sombra: El barro corriendo por mis venas
Y ahora, tu recuerdo es un joven continente a la deriva, la marea báltica una negra latitud que apresa mi dolor transcontinental El cansancio de quien no pertenece a ningún sitio Y no hay gloria, es solo ceniza, mi voz quemada encontrando justicia en tus ojos Venciendo el salitre de los muertos Sé que mi cuerpo encendido aprende lentamente Pero ahora no puedo dejar de sangrar