Mírales... sólo un ciego no puede ver Las palabras de amor a través de su mirada el dolor atenaza el jóven corazón. Ella le da su amor, pero eso no le basta...
Y le pidió que acabara pronto con todo el dolor que su alma aguantaba. Él decidió que la madre que una vez vida le dió, ahora se la quitara.
El dolor también era su dolor, sin poder ayudar a un hijo que se ahogaba... Decidió, sin pensar en ley o en Dios, sólo una razón: su hijo la necesitaba.
Le acompañó hasta el cielo. De la mano le llevó; el dolor amainaba... Él la miró y apretándole la mano, sonrió. Su vida se apagaba...
Se la juzgó: ni el jurado ni la gente comprendió lo que ella intentaba... No hay compasión. La llamaban asesina y , en prision, una madre lloraba...