Se llama Lola y tiene historia, aunque más que historia sea un poema. Su vida entera pasó buscando noches de gloria como alma en pena. Detrás de su manto de fría dama tenía escondidas tremendas armas, para las batallas del cara a cara que con ventaja muy bien libraba. Le fue muy mal de mano en mano, de boca en boca, de cama en cama, como una muñeca que se desgasta, se queda vieja y la pena arrastra. Óyeme mi Lola, mi tierna Lola, tu triste vida es tu triste historia. Pero qué manera de caminar, mira qué soberbia en su mirar. Óyeme mi Lola, mi tierna Lola, tu triste vida es tu triste historia. Pero qué manera de caminar, mira qué soberbia en su mirar. Óyeme mi Lola...
Fue mujer serena hasta el instante de entregarse presta a todos sus amantes. Es tiempo de llanto, es tiempo de duda, de nostalgia y de tu locura. Tienes el consuelo de saberte llena de cariño limpio y amor sincero, por que nadie supo robar de tus besos eso que hoy te sobra y que nadie añora. Óyeme mi Lola, mi tierna Lola, tu triste vida es tu triste historia. Pero qué manera de caminar, mira qué soberbia en su mirar. Óyeme mi Lola, mi tierna Lola, tu triste vida es tu triste historia. Pero qué manera de caminar, mira qué soberbia en su mirar. Óyeme mi Lola, mi tierna Lola, tu triste vida es tu triste historia. Es el tiempo de la arruga que no perdona, es el tiempo de la fruta y de la pintura.