Cuando pienso en estas cosas, doy rienda suelta a mi dolor. Recuerdo cuando yo iba con la gente, conduciéndola al templo de Dios entre gritos de alegria y gratitud. ¡Qué gran fiesta entonces!
¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavia seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y salvador!
Me siento muy desanimado. Por eso pienso tanto en ti desde la región del rio Jordán, desde los montes Hermón y Mizar. Se oye en los barrancos profundos el eco atronador de tus cascadas. Los torrentes de agua que tú mandas han pasado sobre mi.