En la celda de castigo de la cárcel de un presidio de un penal, estoy cumpliendo condena, estoy sufriendo una pena, que es la ausencia de mi libertás.
Yós (tús, es), un hombre tranquilo que busca la vida pa él y los suyos, po po po pom, (¡como debe de ser!) porque la familia es lo más importante que hay en este mundo, po po po pom, (¡diga usted que sí, caballero!) ¡me han demostrao amor de verdad! Mas, al llegar a casa tras un largo día de trapicheo, po po po pom, (¡como debe de ser, joven!) ay, esa mujer cruel no tenía listo todavía el papeo, (¡qué malas son, qué malas son!) ¡y la tuve que de matar!
Sólo porque la cosí a navajazos y los niños la miraban desangrarse y como me daban pena fui también y los maté (¡mú bien!)
Me llaman mala persona, me llaman mala persona, me llaman mala persona Y es que no hay No no hay derecho, no no hay, no lo hay No no hay derecho, no no hay, no lo hay No no hay derecho, no no hay, no lo hay Ni lo ha habío ni lo habrá.
Pues yós (pues tús, pues els), otro hombre tranquilo pá quien la amistad es siempre lo primero, po po po pom, (eso es lo más bonito del mundo) porque los amigos son como un tesoro caído del cielo, po po po pom, ¡y no hay ná que se puea comparar! Mas, un amigo un día mú de madrugada, mu tempranero, po po po pom, (eso está mú bien, a quien madruga, dios le apoya) vino a despertarme, a decirme: "soy un campanillero", po po po pom, (¿y qué hiciste?) ¡y lo tuve que de reventar!
Por haberle introducido un total de veinticinco campanillas una a una por el culo para luego destriparle y sacárselas de nuevo con el ánimo alevósico de hacérselas tragar (¡ahí le duele!)
Estribillo
Pues yós (pues tús, és) que soy más tranquilo, todavía si cabe, que mis compañeros, po po po pom, encontré entre rejas lo que me faltaba fuera del talego, po po po pom, (eso es intelestuá) ¡y es que odio la mi libertás! Mas, (porque voy a seguir un poquillo más) el alcaide un día dijo que por mi buen comportamiento (¡ay, comportamiento, comportamiento!) me daría el indulto y sería de nuevo libre como el viento (¡ay, como el viento, como el viento!) ¡Y lo tuve que de degollar!
Porque de un solo porrazo que le dí en mitad la boca le saqué todos los piños y con un cuidado extremo recogí todas las piezas, las pegué con pegamento (que por cierto era muy bueno) y con su propia dentadura una vez reconstruída le corté la yugulás (¡ay, qué dolor!)