Dicen que los recuerdos envejecen Con arrugas bellas, Que la nostalgia solo sirve Para contar estrellas, Que las palabras nunca dichas Viven su eterna juventud.
Las horas arrastraban sus pies Por esas tardes eternas, Las diosas se elevaban a sus cielos Mientras cruzaban las piernas, Los tiempos coreaban las estrofas De nuestra ingratitud.
Robábamos luz, de cualquier tormenta Frente a la plenitud De universos en venta. Caíamos hondo, moríamos por nada Desviábamos fondos De lo que la vida nos daba.
Nos rozaban a las cortas de palabras Querían como flechas, Y el alambre de espino De las frases hechas, Nos segaban las bombillas medio muertas Del fondo de los bares.
La madrugada presidia Nuestra colección de ofensas, Y el frio alucinado de la noche Era nuestra recompensa, Descubríamos la cara Mancha de las ciudades.
Éramos reyes Sobre las monturas de oro De nuestras propias leyes Lo queríamos todo.
Cruzábamos puentes Atravesábamos las sombras Dejando cuentas pendientes Bajo las alfombras.
Esta dulce decepción Esta falta de reflejos Y esta última canción Que llega sin dormir, Mirándose en los espejos.
Robábamos luz, de cualquier tormenta Frente a la plenitud De universos en venta.
Y cruzábamos puentes Atravesábamos las sombras Dejando cuentas pendientes Bajo las alfombras.