Me tuerzo, me inclino, me caigo, me hundo. Se derrumba mi mundo sin rumbo. No es fijo ese donde al que yo me dirijo, y a cada segundo confundo.
Llegan lágrimas aquí de lo profundo. Tengo dudas que duelen si pregunto. Tengo miedos que atormentan lentamente a los sueños de mi corazón vagabundo.
De lo que no se llevó el viento, de lo que quedó tras el tiempo, me quedo con el aroma de las rosas, porque hay cosas de las que me arrepiento.
Tengo que volver a aprender a pensar. Tengo que volver a aprender a olvidar. Tengo que volver a aprender a vivir. Tengo que vivir y volver a aprender a amar.
A mi marcha Animar al Ibarra, limpiarle la cara de escarcha. Descorchar. Soportar la avalancha, borrar todo rastro de mancha.
No hay orden. No por aquí cerca. Conozco el percal: la vida terca y perra. Guerra mental. Des-pier-ta-te-ya.
Vivo sin vivir en mí. Sigo sin poder sentir. No sé lo que tengo que hacer. Daría lo mismo si volviera a nacer.
No sé. Quizás quisiera no ser. Lo que querría es dejar de toser. Más que existir subsisto. Más que embestir resisto. ¡Joder!
No amo, ni siento, ni padezco. No veo que crezca. Creo que envejezco. Lento de reflejos, lejos del mejor beso que probé, estoy.
Tengo mi alma en la sombra esperando una luz. Quiero bajar de la cruz Siento que pierdo la juventud Rezo en la noche por mi salud.
Triste. Solo tengo ojos para mí. Triste. Solo tengo ojos para mí. Triste. Solo tengo ojos para mí. Triste. Solo tengo ojos para mí.
Triste. Solo tengo ojos para mí. Triste. Solo tengo ojos para mí. Triste. Solo tengo ojos para mí. Triste. Solo tengo ojos para mí.