Blanca huella que, todos los dias, clavado en el yugo, me ves picanear; compañera del largo camino las horas enteras te veo blanquear. Mientras que, bajo el peso del trigo, los ejes cansados los siento quejar, yo, anudando mi pena a esa queja, con cantos y silbos te sé acompañar.
¡A la huella, huella, zaraza, huella, huella, guay! Volverá la ingrata a su casa andará por áhi... Que si yo la viera, zaraza, la hablaré, velay... ¡A la huella, huella, zaraza, huella, huella, guay!
Buey zaraza, tus ojos tristones mirando la huella parecen buscar el milagro de aquellos pasitos que al irse la ingrata no supo dejar. Compañero que, unido conmigo a un mismo destino, tenemos que andar, seguiremos rastreando la huella, la misma gue siempre la vemos blanquear.