No sabes cuánto te he querido, como has de negar que fuiste mía; y sin embargo me has pedido que te deje, que me vaya, que te hunda en el olvido.
Ya ves, mis ojos no han llorado, para qué llorar lo que he perdido; pero en mi pecho desgarrado... sin latidos, destrozado, va muriendo el corazón.
Ahora, que mi cariño es tan profundo, Ahora, quedo solo en este mundo; qué importa que esté muriendo y nadie venga a cubrir estos despojos, ¡qué me importa de la vida! Si mi vida está en tus ojos.
Ahora que siento el frío de la muerte, ahora que mis ojos no han de verte... qué importa que otro tenga tus encantos, si yo se que nunca nadie puede amarte tanto, tanto como yo te amé.
No puedo reprocharte nada si encontré en tu amor la fe perdida; con el calor de tu mirada diste fuerzas a mi vida, pobre vida destrozada.
Y, aunque mis ojos no han llorado, hoy, a Dios rezando le he pedido... que si otros labios te han besado, y al besarte te han herido, que no sufras como yo.