¿Adónde van las palabras que no se quedaron? ¿Adónde van las miradas que un día partieron? ¿Acaso flotan eternas, como prisioneras de un ventarrón, o se acurrucan entre las rendijas, buscando calor? ¿Acaso ruedan sobre los cristales, cual gotas de lluvia que quieren pasar? ¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van? ¿Y adónde van? ¿Adónde van?
¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos? ¿Adónde fueron a dar tantas hojas de un árbol? ¿Por dónde están las angustias, que desde tus ojos saltaron por mí? ¿Adónde fueron mis palabras sucias de sangre de abril? ¿Adónde van ahora mismo estos cuerpos que no puedo nunca dejar de alumbrar? ¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van? ¿Y adónde van? ¿Adónde van?
¿Adónde va lo común, lo de todos los días: el descalzarse en la puerta, la mano amiga? ¿Adónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer? ¿Adónde va el mantel de la mesa, el café de ayer? ¿Adónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar? ¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van? ¿Y adónde van? ¿Adónde van?